miércoles, 1 de mayo de 2013

El nombre de los gatos








El nombre de los gatos es una cuestión delicada,
No es tan sólo uno de esos juegos para un día
feriado;
ustedes pensarán que estoy loco como un
sombrerero
cuando afirmo: un gato debe tener
tres nombres distintos.

Primero, está el nombre que la familia emplea
a diario,
como Pedro, Augusto, Alonso, Jaime,
como Víctor o Jonás, Jorge o Bill Baily,
todos ellos sensatos nombres cotidianos.
Si suponéis que suenan mejor, existen nombres
más fantasiosos,
algunos para los caballeros, otros para las damas,
como Platón, Admeto, Electra, Deméter,
sensatos nombres cotidianos también estos.

Pero yo sostengo que un gato debe tener un
nombre exclusivamente de él,
un nombre especial y más digno,
de otro modo, ¿cómo podría mantener erguida su
cola,
o alardear de sus bigotes, o alimentar su orgullo?

Nombres de esa clase yo puedo sugerirles muchos
Mankustrap, Quaxo, o Coricopat,
Bombalurina, o bien Jellylorum,
nombres que nunca pertenecen a más de un gato.

Pero además de esos nombres todavía queda otro,
el nombre que jamás lograremos adivinar,
el nombre que ninguna búsqueda humana puede
descubrir
pero que el gato conoce, aunque nunca
habrá de confesarlo.

Cuando sorprendan a un gato en intensa meditación,
la causa, les advierto, es siempre la misma:
su mente está entregada a la contemplación
del pensamiento, del pensamiento, del pensamiento
de su nombre,
su inefable, efable,
e finefable,
profundo e inescrutable Nombre único.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario