Cada cierto tiempo los medios de divulgación masiva dan
cuenta de un nuevo estudio sobre la importancia de un animal de compañía para
las personas de vida aunque autosuficiente, solitaria. Se insiste en que la
presencia de ese animal —de preferencia gatos y perros— ayuda a las personas
que viven solas a aumentar su autoestima y capacidad de relación con el mundo
exterior a sí mismas, es decir, con los demás.
Este enésimo estudio sobre la interacción animal/hombre se
refiere al humano que vive sólo, pero igual necesidad de la autoestima que necesita
el enfermo angustiado, el anciano que aún se vale o el que vive en una
residencia y se integra mal, el niño repudiado por sus compañeros en razón de
alguna diferencia real o inventada, o el niño autista, el marginado por enfermedades
socialmente repudiadas o incluso el preso.
La ficción literaria y cinematográfica ha dejado numerosas
muestras de la autovalidación del ser humano a través de la relación con un
animal, ya sea la dedicación a los pájaros de El hombre de Alcatraz cuyo
protagonista, sin esperanzas de ser liberado se convierte en un célebre
ornitólogo que consigue un mayor sentido de la libertad y una mayor capacidad
de resolución detrás de las paredes de la cárcel que cualquier otra persona que
se encuentre en libertad, o la simple admiración por un ratón listillo que se
hace con los sentimientos de los hombres y carceleros más duros del corredor de
la muerte en La Milla Verde.
La realidad deja casos a diario, casos que nada importan a
la atención pública y que sólo conocen unos pocos implicados: en el mes de
abril de 2003 un anciano enfermo de apoplejía en el Hospital de Cabueñes de
Gijón sufría crisis de ansiedad que obligaban a tenerlo atado; en el momento
que su hermano convenció a los médicos de que lo único que le pasaba era que
echaba de menos a su gato y temía por su salud, dejaron que le llevaran al gato,
lo acarició y al rato, pudieron soltarle.
¿Qué puede unir así a un ser humano y a su animal de
compañía?, podemos pensar. ¿Simple cariño? Sí, cariño aunque es
el cariño nacido del amor incondicional que el animal logra dar a
través de una compañía continuada y sin exigencias, de horas de atender las
letanías de quien vive o se siente solo sin reflejar en su mirada más opinión
que aquella que su hablador quiere oír. Y todo ello a cambio de unos cuidados
tan mínimos como fáciles para personas replegadas en sí mismas: comida, agua,
caricias… tan válidas para uno como para otro.
Aunque pueda parecer reiterativo se desgranan a continuación
los elementos beneficiosos que los animales generan en el ser humano
y que se han estudiado desde la primera terapia con animales, llevada a cabo en
Inglaterra en el Retreat (asilo), de York en 1792 para la modificación positiva
del comportamiento, hasta la actualidad:
- Empatía con el animal, cuyos sentimientos son más fáciles de
leer en su lenguaje corporal.
- Aumento de la autoestima al conseguir salir del
ensimismamiento (mismicidad), para dialogar del animal (otredad).
- Relajación de la ansiedad al existir el animal como receptor
de la emocionalidad que no puede proyectarse hacia el otro.
- Tranquilidad emocional de la relación al ser el animal
alguien que acepta a la persona por sí misma, sin calificarla ni enjuiciarla,
lo cual a la larga ayuda a la apertura a las opiniones ajenas sin prejuicios.
- El animal como elemento de distracción ante la parálisis
emocional y física.
- Apertura a una emocionalidad más intuitiva en personas
trascendidas por su propia racionalidad.
- Disminución del estrés por la vía del contacto y la caricia.
- El animal como elemento sociabilizador ya sea en la relación
con otros poseedores de animales en el momento que se le saca de paseo ya sea
con cualquier persona con la que el hecho permita acordar una conversación que
se domina y no resulte necesariamente frustrante.
- El contacto físico con el animal (caricias y juegos),
—contacto no siempre bien tolerado con otras personas —como relajante e
introductor al contacto físico en general.
- Actividad física y motora a la que conduce ya sea la simple
relación de caricia/sujeción del animal o su cuidado y atención completos.
- La vital sensación emocional de que algo une a la persona
con el mundo a través del animal y evita su exclusión del mismo.
El gato de compañía
No es el objetivo de este protocolo juzgar las potencialidades
en los diversos animales de compañía existentes, sino sólo de los
gatos, de los que se puede decir que son independientes —aunque su grado de
independencia dependa mucho de la relación que hayan tenido con el humano desde
su estadio de cachorros —relajados, curiosos, atentos incluso a las necesidades
emocionales de su humano, por lo que son idóneos para personas nerviosas que
necesiten tranquilidad y relax.
El gato da amor y paz de una manera menos
aparatosa que el perro, sin que eso signifique una valoración peyorativa hacia
el perro, necesita menos cuidados y atención.
Los beneficios de que nuestro gato nos ronronee
Algunos de nuestros abuelos ya lo decían: “que agusto se duerme con el gato”. Pues resulta que según estudios realizados recientemente
el ronroneo que emiten habitualmente los gatos tiene finalidades terapéuticas increíblemente
beneficiosas, tanto para ellos como para los humanos.
A los mininos les ayuda a mantener sanos sus pulmones y corazón,
ya que el sonido del ronroneo proviene del diafragma, emitiendo una vibración
en todo su cuerpo que tonifica sus pulmones y corazón; a los humanos la vibración del
ronroneo próximo, beneficia nuestro sistema nervioso facilitando la tonificación de nuestros
músculos.
El cuerpo humano dispone de canales o meridianos, por donde
circula la energía que nos llega del Cosmos y del Centro de la Tierra, por tanto,
cuando nuestras emociones no están equilibradas, estas corrientes energéticas
se distorsionan, atacando a los órganos y vísceras de nuestro organismo, es
aquí donde los gatos juegan una labor muy importante para nuestra salud.
El gato es una animal especialmente intuitivo y a través de
su gran intuición, se coloca donde siente que la energía del ser humano no está
equilibrada, es decir, donde puede que haya un exceso o déficit de energía o estancamiento.
Con su ronroneo vibratorio ayuda a movilizar estas energías estancadas.
Así que, efectivamente, los abuelos una vez más tenían razón:
que gusto da dormir cerca de nuestros queridos gatitos.
Desde hace miles de años, se sabe que el Gato, es un
animal misterioso. Diferentes culturas, lo han adoptado como Animal Sagrado, aunque
al mismo tiempo, es odiado por muchos.
Desde el Antiguo Egipto, se les veneraba como dioses, considerándoles
protectores de la familia. El nombre egipcio “gato” era “Miw” (que
significa “ver”). De hecho Los egipcios colocaban estatuas de gatos fuera de
sus casas para impedir la entrada de espíritus malignos pues creían en su poder
mágico y protector, ya que creían que el gato “todo lo ve”.
El gato siempre buscará los sitios de tu casa, que tienen energías
negativas. Pueden ser cruces de aguas subterráneas, sitios donde hay una
persona enferma que él ama, o respeta. El Gato es mágico. Si lo sabes comprender, te beneficiarás.
Cuando te sientas deprimido, háblale, acarícialo, y él
absorberá toda la negatividad que tengas. No le hace mal, pues la transmutan. Todos
los gatos tienen el poder de, diariamente, remover la energía negativa
acumulada en nuestro cuerpo. En cuanto dormimos, ellos absorben esa energía.
Si hay más de una persona en la familia, y sólo un gato, él puede acumular una
cantidad excesiva de negatividad al absorber energía de tantas personas. Cuando los gatos duermen su cuerpo libera la negatividad que
eliminan de nosotros. Si estuviéramos excesivamente estresados, tienen tiempo
suficiente para liberar tal cantidad de energía negativa, y consecuentemente se
acumula como gordura hasta que puedan liberarla. Por tanto, ser vuelven gordos.
Es bueno tener más de un gato en casa para que la carga sea
dividida entre ellos. Ellos también nos protegen durante la noche para que ningún
espíritu indeseable entre en nuestra casa o cuarto mientras dormimos. Por eso
les gusta dormir en nuestra cama.
Si consideran que estamos bien, no dormirán con nosotros. Si
hubiera algo extraño pasando a nuestro alrededor, saltarían y nos protegerían. Si una persona viniera a nuestra casa y los gatos sintieran
que esas personas están ahí para perjudicarnos o que son malas, los gatos nos
rodearían para protegernos.
Bar de gatos
En la ciudad de Tokio es muy caro tener mascotas, eso sin mencionar que en
algunos edificios, por cuestiones de higiene, está prohibido hacerlo. Es por
ello que se han puesto de moda los cafés de gatos, donde los japoneses acuden a
liberarse del estrés y a relajarse en compañía de los mininos. Sólo hay dos
reglas: no se puede forzar al gato a ser acariciado y no se permiten niños.
En general, las mascotas nos vinculan de manera distinta con
el mundo y con nosotros mismos, alejan los pensamientos oscuros y reducen la
ansiedad. Esto se debe principalmente al contacto físico.
Particularmente los gatos tienen una suerte de imán para las
caricias, es por ello que muchos terapeutas que trabajan con animales afirman
que nos acercamos a ellos para encontrar una plenitud afectiva.
Fuentes: